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3 de enero de 2014

Octava sinfonía de Anton Bruckner









Estreno este año 2014 con la octava sinfonía del austriaco Anton Bruckner, comenzada en 1884 y terminada en un principio, en 1887 ya que hay interpretaciones de versiones hasta 1892 que fue el año de su estreno.

Para más información de esta sinfonía pongo estos dos enlaces:



He escogido una de las versiones más célebres: La dirigida por Herbert von Karajan a la Orquesta Filarmónica de Viena en 1979 en la iglesia de San Florían, en Linz (edición Haas):



2 de julio de 2013

Beethoven - Sinfonía nº 3 "Heróica"





En este blog se han podido escuchar dos sinfonías de Ludwig van Beethoven: Las nºs 6 y 7. Ahora traigo la nº 3 "Heróica", que en su nmomento  (1803) marcó un hito en la evolución del ciclo sinfónico en marcha del compositor y además, en la evolución de la sinfonía en general.

Para más información sobre dicha importante composición coloco dos enlaces:



He escogido dos magníficas versiones diferentes pero que se complementan:

La de Sir John Elliot Gardiner con la Orquesta Revolucionaria y Romántica y con secuencias de la película "Eroica" de 2003



La de Otto Klemperer con la New Philharmonia Orchestra, grabación de 1970




13 de junio de 2013

Tchaikovsky - Sinfonía nº 6







Después de revisar y reestructurar todas las entradas del blog, rescato una de ellas, en la que incluía la 6ª sinfonía "Patética" de P.I. Tchaikovsky, en la magnífica versión de Leonard Bernstein con la Orquesta Filarmónica de Nueva york de 1986.

Como ahora, según se puede comprobar, utilizo enlaces a youtube y no he encontrado allí la mencionada grabación, presento otra grabación, también magnífica aunque diferente, que si está en youtube. Me refiero a la de E. Mravinsky con la Orquesta Filarmónica de Leningrado de 1960.

Espero que la disfruten.


Como complemento, enlazo una estupenda página en donde pueden encontrar muy buena información de Tchaikovsky y de la mencionada sinfonía:




2 de mayo de 2013

Schubert - Quinteto "La trucha"





Viene de nuevo al blog en este mes Franz Schubert. Esta vez con su quinteto para piano "La trucha".


La trucha es el nombre que se suele usar para designar el quinteto para piano en la mayor de Franz Schubert, catalogado como D. 667. La obra fue compuesta en 1819, cuando Schubert contaba con 22 años, pero no se publicó hasta 1829, un año después de su muerte.
La pieza debe su nombre a su cuarto movimiento, que es un conjunto de variaciones sobre un tema escrito por Schubert anteriormente en su lied Die Forelle (La trucha). Aparentemente, el quinteto fue escrito para Sylvester Paumgartner, mecenas musical y violonchelista aficionado. Fue Sylvester quien sugirió al compositor incluir las variaciones antes mencionadas. Paumgartner, vivía en Styr donde Schubert pasó una temporada, y conocía una obra de Johann Nepomuk Hummel escrita para la misma combinación de instrumentos.
La figura de seisillo ascendente que aparece en el acompañamiento del lied es utilizada como motivo unificador en toda la obra, y figuras relacionadas aparecen en cuatro de los cinco movimientos. Como en el lied, la figura suele ser introducida por el piano, en forma ascendente.
(de wikipedia)


He escogido dos versiones diferentes:


La primera: 

Itzhak Perlman, violín

Pinchas Zukerman, viola

Jaqueline Du Pré, violonchelo

Zubin Metha, contrabajo y

Daniel  Barenboim, piano



Enlace


La segunda versión es más reciente, de 2007:


Bera Beths, violín


Jürgen Kussmaul, viola


Anner Bylsma, violonchelo


Marji Danilow, contrabajo


Jos van Immerseel, piano










15 de abril de 2013

El Cascanueces de Tchaikovsky





Traigo este mes de abril a mi blog el ballet de P.I.Tchaikovsky que a mi más me gusta: El Cascanueces.

El cascanueces  Op. 71 es un cuento de hadas-ballet en dos actos y tres escenas de Piotr Ilich Tchaikovski (1840–1893), compuesto en 1891–1892. Chaikovski puso música a la adaptación de Alejandro Dumas (padre) del cuento El cascanueces y el rey de los ratones, de Ernst Theodor Amadeus Hoffmann (puesta en escena por Marius Petipa y encargado por el director de los Teatros Imperiales Iván Vsevólozhski en 1891). En los países occidentales El cascanueces se ha convertido quizá en el más popular de todos los ballets, principalmente representado en Navidad.

Chaikovski hizo una selección de ocho de los números del ballet antes de su estreno en diciembre de 1892, formando La suite de El cascanueces Op. 71a, concebida para tocar en concierto. La suite se tocó bajo la dirección del compositor, el 19 de marzo de 1892, con ocasión de una reunión de la sucursal de San Petersburgo de la Sociedad Musical. La suite se volvió popular desde entonces, aunque el ballet completo no logró su gran popularidad hasta los años 1960.
(de wikipedia)
Para más información:

He encontrado un vídeo de una representación en el teatro Mariinsky de San Petesburgo con el ballet y la orquesta del teatro dirigidos por Victor Fedotov en 1994:

8 de noviembre de 2011

Bruckner - 4ª sinfonía




Traigo este mes a mi blog la cuarta sinfonía "Romántica" del compositor austriaco Anton Bruckner.

Es una magnífica versión  de la Orquesta Filarmónica de Viena dirigida por Karl Böhm en 1974.







         Enlace                  

6 de julio de 2011

Dvorak - Sinfonía nº 2





 Traigo este mes al blog la sinfonía nº 2 de Antonin Dvorak. 
Es una interpretación de la Slovak Philharmonic Orchestra, dirigida por Zdenek Kosler


Enlace

7 de junio de 2011

Beethoven - Sinfonía nº 6 "Pastoral"


 Este mes traigo a mi blog la sinfonía nº 6 "Pastoral " de Ludwig V. Beethoven en una magnífica versión: La de la Orquesta New Philharmonia bajo la dirección de Carlo María Giulini, en una grabación de 1968.




 


 

2 de marzo de 2011

Beethoven - Séptima sinfonía






Traigo de nuevo a mi blog la séptima sinfonía de Beethoven. Ahora en versión de Arturo Toscanini y la Orquesta Sinfónica NBC.


2 de febrero de 2011

Tchaikovsky - Sinfonía nº 5




Este mes  traigo a mi blog la 5ª sinfonía de Tchaikovsky,

La interpretación corre a cargo de Leopold Stokowski dirigiendo la Orquesta de Filadelfia.


Enlace1

Enlace2

Enlace3

Enlace4



12 de abril de 2010

Sibelius - Sinfonía nº 2




Traigo a mi blog, de nuevo a Jan Sibelius; Ahora con su sinfonía nº 2 en una versión de lujo:

La Orquesta Filarmónica de Viena, dirigida por Leonard Bernstein 


Enlace

19 de enero de 2010

Scheherezade de Rimski-Korsakov






Traigo hoy a mi blog una pieza sinfónica romántica muy conocida: El poema sinfónico Scheherezade de Nicolai Rimski-Korsakov.

He escogido dos versiones: Una de Yevgeny Svetlanov y otra de Valery Gergiev:

Enlace1

Enlace2

Enlace3

Enlace4

Enlace5Gergiev



2 de diciembre de 2009

Bruckner - Novena sinfonía






Traigo a mi blog a Anton Bruckner y su novena sinfonía. Sinfonía inconclusa dedicada "al amado Dios". Un monumento sonoro, profundo y sentido.

La versión es la de la Orquesta Filarmónica de Berlín dirigida por Herbert von Karajan 


17 de noviembre de 2009

Oberturas y Preludios de Wagner




Viene ahora a mi blog música romántica. Se trata de una selección de oberturas y preludios de las óperas de Richard Wagner:

- El holandés errante

- Tannhäuser

- Los maestros cantores de Nürenberg

- Preludio y muerte de Isolda

Enlace1

Enlace2

Enlace3

Enlace4


Es una interpretación de la Orquesta Sinfónica de Chicago dirigida por Georg Solti.







1 de noviembre de 2009

Dvorak - Sinfonía del Nuevo Mundo


Retorno a la "música clásica" y lo hago con una obra muy conocida: La sinfonía nº 9 "Del Nuevo Mundo " de Antonin Dvorak. No voy a redactar nada de élla pero si coloco aquí dos enlaces en donde sí escriben sobre tal obra:

La versión escogida es una de las mejores:

Ferenk Fricsay dirigiendo a la Orquesta Filarmónica de Berlín, grabada en 1959-60.



2 de abril de 2009

Schubert - Sonata para piano D 960




Retomo de nuevo la "música clásica" y lo hago con Franz Schubert y su sonata para piano D 960.
La última sonata, D. 960 en si bemol mayor, compuesta en 1828, poco antes de su muerte, marca sin duda una de las cimas del compositor y de toda la literatura pianística.
El centro de gravedad lo constituye el Molto moderato inicial. El tema, una bella melodia contemplativa, profundamente melancólica y al mismo tiempo de una impresio­nante serenidad, adquiere tintes dramáticos en el siniestro trino que la cierra, en el registro más grave. Ese mismo tema termina por afirmarse en fortissimo para más lírico. El desarrollo, que em­plea ambos temas, es de una ima­ginación y riqueza de modulacio­nes extraordinaria, que culmina en un enérgico fortissimo tras el que surge, en un magistral efecto dramático, el siniestro trino que cerraba el motivo inicial. La coda aparece plagada de silencios inte­rrogantes y el tema principal, con reiteradas apariciones del trino, que aquí parece decididamente fa­tídico, se desvanece en una nebu­losa similar a la que rodeó el co­mienzo. La intensidad no decae en el Andante sostenuto, de estructu­ra tripartita y en el que sólo la mú­sica de la sección central parece traer algo de luz a las más dolien­tes secciones extremas. El final, en un pianissimo etéreo, nos devuel­ve al clima de tristeza con que con­cluyó el tiempo inicial, y que nos recuerda la afirmación del compo­sitor: «¿Existe realmente lo que se ha llamado música alegre? Yo no la conozco». Ligero y refinado, el refrescante scherzo parece elevar­se como algo casi irreal y huidizo. Por fin, el Allegro ma non troppo final, que combina las formas ron­dó y sonata, debuta con un motivo tan delicioso como aparentemente intrascendente, al que sigue otro, más sereno, que parece recuperar por momentos la atmósfera del tiempo inicial. La brusca irrupción de rotundos acordes antes mencio­nada trae consigo una inusitada tensión, que abre la puerta a un pasaje en el que brilla la imagi­nación schubertiana para las mo­dulaciones. Tras recuperarse en la reexposición el clima del comienzo, Schubert parece rendir un último homenaje a Beethoven en la coda, un arrebatado Presto con el que culmina la obra de forma brillante y rotunda.
(Rafael Ortega Basagoiti)

Coloco en esta entrada un youtube de 33 vídeos con un muestrario de varias interpretaciones:


Enlace



7 de enero de 2009

Bruckner - Quinteto de cuerdas




Para comenzar el año, traigo a mi blog una obra camerística de Anton Bruckner: El quinteto de cuerdas.

Anton Bruckner fue un compositor y organista austriaco. Nació en Ansfelden, Alta Austria, en el seno de una familia de campesinos, y fue autodidacta como compositor. Su primera obra, una misa de requiem es del año 1849. Hombre de profundas convicciones religiosas, en 1851 comenzó a trabajar como organista en el monasterio de San Florián, cerca de Ansfelden, y entre 1856 y 1868, en la catedral de Linz. Durante su estancia en esta ciudad, estudió durante un breve periodo con el prestigioso maestro de contrapunto Simon Sechter, y compuso tres de sus más importantes obras corales: la Misa en re menor (1864), la Misa en mi menor (1866) y la Misa en fa menor (1867). También es de este periodo su primera sinfonía en do menor (1866). Entre los años 1868 y 1892 fue organista de la corte y profesor del conservatorio de Viena. Compuso nueve sinfonías, (la última, inconclusa), así como obras sacras, orquestales, corales, para órgano y para piano. Murió mientras componía su novena sinfonía en re menor. Su veneración por el compositor alemán Richard Wagner le ganó la animadversión de los músicos y críticos antiwagnerianos de Viena. No obstante, al final de su vida Bruckner gozaba de gran prestigio en su país y obtuvo varios galardones, así como una pensión para el resto de sus días. Contribuyó al desarrollo de la forma sonata mediante la dilatación del material temático en el primer movimiento de sus sinfonías. También amplió la envergadura de estas y adoptó estructuras más amplias que hasta entonces nadie había intentado utilizar. Su orquestación se caracteriza por la alternancia de las distintas familias de instrumentos. Crea de este modo, un efecto coral que muestra la influencia de Wagner y del timbre de su propio instrumento, el órgano.
(El poder de la palabra)
El Quinteto en fa mayor(1881), fue escrito para corres­ponder a un encargo de Joseph Hell­mesberger, entonces director del Con­servatorio de Viena y líder de un excelente cuarteto, inmediatamente después de terminar la Quinta Sinfo­nía, obra de gran audacia contrapun­tística de la que el Quinteto tampoco está exento. La composición se exten­dió desde finales de diciembre de 1878 a mediados de julio de 1879 (cuando el músico había alcanzado cincuenta y cinco años). Pero Hell­mesberger mostró poco entusiasmo, desde el principio, hacia el segundo movimiento (Scherzo) y reclamó, en sustitución, un Intermezzo que no fue terminado hasta el fin de 1879. No obstante, el Scherzo primitivo reapa­reció en la versión definitiva de la obra, estrenada tardíamente, pero con apreciable éxito, por Hellmesberger y su cuarteto, el 8 de enero de 1885, en Viena. y muy felizmente: el Inter­mezzo, pieza de recambio de dudosa inspiración (especialmente en un vals lento de no buena ley) no ofrece más que un interés muy menor. En ver­dad, las primeras audiciones más o menos completas habían sido ofrecidas antes por alumnos del composi­tor, ya en privado (noviembre de 1881), ya en público (abril de 1884, fecha de publicación de la partitura". E! Quinteto tenía ya, pues, una au­diencia ... "Sinfonía para cinco cuer­das": esta etiqueta que la obra recibió desde el origen ha sido transmitida de comentarista en comentarista con de­masiada facilidad. Ahora bien, el Quinteto -por su clara y muy equili­brada polifonía instrumental, por la multiplicidad y la ligereza de sus ideas (a veces demasiado adventicias y no acabadas)-, de la escritura sin­fónica bruckneriana no tiene apenas el espesor, ni el aliento, ni el «perfume de eternidad". Salvo, sin duda, en los últimos compases del Finale, gran­dioso y de carácter claramente or­questal. Cuatro movimientos integran esta obra cuyo efectivo es el de un cuarteto con adición de una segunda viola.
(F.R.Tranchefort)

La versión escogida es la del Melos Quartett con Enrique Santiago, segunda viola, de un Cd Harmonia Mundi

12 de junio de 2008

Beethoven - Sinfonía nº 7 - Giulini






Ahora toca viajar al siglo XIX y escuchar a Beethoven: Su séptima sinfonía.

La Séptima Sinfonía en La mayor (Op. 92) aparece en 1813; el sordo maestro se empecinó en dirigirla en su estreno, con tragicómicos resultados. Pero la crítica reconoció una nueva genialidad de Beethoven; aún hoy hay expertos que la consideran como la mejor de sus sinfonías. Richard Wagner, otro ferviente beethoveniano, calificaría a la Séptima como la “apoteosis de la danza” por su implacable ritmo dancístico y notable lirismo, particularmente hondo en su célebre segundo movimiento. Es una obra de gran potencia.

Ludwig van Beethoven comenzó a trabajar en la Sinfonía nº 7 en La mayor (Op. 92) en 1811, cuando estaba en la ciudad bohemia de Teplice, intentando mejorar su salud. La obra sería terminada en 1812 y Beethoven dedicó la composición al conde Moritz von Fries.

La obra fue estrenada en Viena el 8 de diciembre de 1813 durante un concierto de caridad para los soldados heridos en la Batalla de Hanau. El propio Beethoven dirigía la orquesta y Louis Spohr se contaba entre los violinistas. La pieza fue muy bien acogida por la crítica del momento y el allegretto tuvo que ser repetido el día de su estreno.

La orquesta necesaria para interpretar la obra debe de contar con 2 flautas, 2 oboes, 2 clarinetes en La, 2 fagots, 2 trompas en La, Mi y Re, 2 trompetas en Re, timbales y cuerdas.

La Séptima Sinfonía tiene cuatro movimientos:
I. Poco sostenuto — Vivace
II. Allegretto
III. Presto
IV. Allegro con brio
La interpretación suele durar 34 minutos aproximadamente.
Tras una introducción lenta (como en la Primera, la Segunda y la Cuarta sinfonías) el primer movimiento está escrito según la forma sonata y en el predominan los ritmos danzables y alegres.
El segundo movimiento, en La menor, es "lento", aunque el tiempo marcado por el compositor sea un Allegretto, haciéndolo lento sólo en comparación con los ortros tres movimientos. En el estreno el público pidió que se repitiera la interpretación de este movimiento, que ha sido muy popular desde entonces. El ostinato (tema rítmico repetido) de una negra, dos corcheas y dos negras es oído repetidamente.
El tercer movimiento es un scherzo que sigue la forma ternaria. Esta forma (basada en los himnos religiosos de pastores austríacos ) es tocada dos veces. Esta expansión de la estructura A-B-A de la forma ternaria para convertirse en A-B-A-B-A fue bastante común en las obras de Beethoven durante este periodo, al igual que en la Sinfonía nº 4 y en el Cuarteto para cuerda nº 8.
El último movimiento también presenta la forma sonata. Se piensa que este movimiento puede representar una fiesta o la furia del dios Baco, entre otros motivos.
(De Wikipedia)

Aquí dejo un enlace de la partitura


La versión escogida es la de Carlo Maria Giulini dirigiendo a la Orquesta Sinfónica de Chicago en 1972 (CD EMI)

Para mí es una de las mejores versiones escuchadas, si nó la mejor. Versión, sentida, serena, de gran musicalidad, majestuosa, profunda.... en fin, Giulini en sus mejores momentos.

6 de mayo de 2008

Schubert/Mahler - La muerte y la doncella




Vuelvo a la "música clásica" y lo hago con Franz Schubert y con uno de sus cuartetos de cuerda más famosos y emotivos: "La muerte y la doncella".

El cuarteto para cuerda, nº 14 en re menor, D. 810, más conocido como La muerte y la doncella (Der Tod und das Mädchen en alemán), es un cuarteto para dos violines, viola y violonchelo, compuesto por Franz Schubert en 1824. Su duración es, dependiendo lógicamente de la interpretación, de entre 35 a 40 minutos. La pieza se divide en cuatro movimientos:
Allegro
Andante con moto.
Scherzo. Allegro molto. Trío
Presto
Para el tema principal se basó en un lied suyo anterior, titulado La muerte y la doncella, D. 531, con texto de Matthias Claudius, compuesto en el año 1817, y que incluyó en el segundo movimiento. Fue su único lied que no incluyó texto de Goethe.
El tema central es el de una joven moribunda cuyas reacciones ante la inminencia de su fin, ante la presencia de la muerte, componen el segundo movimiento y da nombre a toda la pieza. Schubert pasaba un periodo muy complicado de su vida, negando el amor y la amistad, presa de sífilis y terriblemente débil, y quedó reflejado en el carácter de esta obra.
Se interpretó parcialmente por vez primera en Viena el 1 de febrero de 1828, pocos meses antes de la muerte de Schubert. Inicialmente no obtuvo éxito y no pudo encontrar editor. La obra se publicaría póstumamente en 1832, y fue divulgada gracias al violinista David Oistrakh, que ya había difundido anteriormente otras composiciones de Schubert.
Gustav Mahler realizó una versión para orquesta de cuerda de esta obra, que en realidad es una orquestación del cuarteto, sin ninguna añadidura, variación o modificación.

Enlace 1

Enlace 2

Enlace 3

Enlace 4


3 de septiembre de 2007

Mahler: Primera sinfonía Horenstein




Después de la vacaciones retomo el blog y lo hago con Gustav Mahler y su primera sinfonía.



Compositor y director austriaco cuya obra marca el cenit de la evolución de la sinfonía romántica. Ejerció gran influencia en compositores del siglo XX como los austriacos Arnold Schönberg y Alban Berg. Nacido el 7 de julio de 1860 en Kalischt (Kaliste en la actual República Checa), estudió en el Conservatorio de Viena y filosofía en la universidad de esta capital. En el Conservatorio siguió los cursos de Alfred Epstein y asistió a clases de Anton Bruckner.
En 1880 fue nombrado director asistente en Bad Hall, Austria. Posteriormente trabajó como director de ópera en diversas ciudades europeas como Kassel, Praga, Leipzig, Pest o Hamburgo. En 1897 fue nombrado director artístico de la Ópera Imperial de Viena. Gracias a su tesón consiguió que en la década siguiente Viena gozara de un gran prestigio internacional como centro de ópera con representaciones ejemplares de obras de Christoph-Willibald Gluck, Wolfang Amadeus Mozart y Richard Wagner. En 1907 Mahler viajó a Nueva York, donde entre 1908 y 1910 dirigió la Ópera Metropolitana y de 1910 a 1911 la Filarmónica. Falleció el 18 de mayo de 1911 en Viena. De entre sus sinfonías, la sinfonía no numerada Das Lied von der Erde (El canto de la tierra, 1908) y cuatro de las nueve numeradas incluyen voces solistas con o sin coro. De los ciclos de canciones Kindertotenlieder (Canciones de los niños muertos, 1902) y de la colección de canciones titulada Des Knaben Wunderhorn (1888) hay versiones con acompañamiento orquestal y de piano. Las Lieder eines fahrenden Gesellen (Canciones de un camarada errante, 1883) tienen acompañamiento orquestal. También compuso canciones para voz y piano y una décima sinfonía, que dejó inacabada pero de la que existen varias versiones terminadas por otros músicos.
En las sinfonías de Mahler se aprecian influencias de Ludwig van Beethoven y Johannes Brahms así como de Richard Wagner y Anton Bruckner. Mahler utilizó la música coral y vocal en la sinfonía de forma similar a Beethoven, en su Novena Sinfonía en re menor, opus 125, con textos de la Oda a la Alegría de Friedrich Schiller, consiguiendo una unión musical y dramática como la que Wagner buscaba en sus dramas musicales. Al igual que Wagner y Bruckner, Mahler utilizó amplios recursos orquestales y su orquestación se anticipó al siglo XX en cuanto a la búsqueda del color en los diferentes instrumentos, la utilización de pequeñas combinaciones instrumentales y la inclusión de algunos poco comunes como la mandolina y el armonio. Su música es siempre de tipo contrapuntístico. Para él la orquestación era una herramienta para obtener la mayor claridad posible en las diferentes líneas musicales. La obra de Mahler supone la máxima evolución de la sinfonía romántica "Para mí", solía decir, "componer una sinfonía equivale a un acto de creación del mundo". Sus sinfonías más breves (nº 1 y nº 4) tienen una duración de una hora y la más larga (la nº 3 en seis movimientos) de más de hora y media, con un primer movimiento de 35 minutos. Al mismo tiempo, a principios del siglo XX, Jean Sibelius también se replanteaba la forma musical de la sinfonía, aunque en dirección opuesta: condensando y destilando la materia musical.
Con la misma libertad que permitió a Wagner y a Bruckner llevar casi al límite el sistema tradicional de tonalidades y armonías, Mahler se mantuvo dentro de este sistema, aunque alterando su premisa básica, por lo que la mayor parte de sus sinfonías presentan esquemas tonales progresivos que finalizan en una tonalidad diferente a la inicial. Mahler se sitúa en el límite mismo de los recursos de la herencia tradicional. Fue consciente de la desintegración de los valores armónicos y formales que vivió. Las sinfonías de Mahler constituyen un viaje psicológico, por lo general en forma de batalla titánica entre el optimismo y la desesperación expresados de forma irónica. Esta mezcla de alegría y desesperación, cuyo origen son tristes recuerdos de infancia, fue identificada por Sigmund Freud como la faceta central del carácter del compositor. Sin embargo, todas las sinfonías, excepto la nº 6, finalizan en un ambiente de alegría o al menos de serena resignación. Su música transmite en último término una mezcla de vulnerabilidad humana y consumada musicalidad.

(El poder de la palabra)



La Sinfonía nº1 ha hecho correr ríos de tinta en la historiografía musical contemporánea. Su historia es intrincada, llena de remiendos y modificaciones que atañen tanto al programa de contenidos como a la estructura de la propia música, pasando por el nombre de los movimientos. La obra fue esbozada en Kassel en 1885, poco después de haber finalizado Las canciones de un compañero errante. Mahler trabajó intensamente en ella durante las etapas de Praga y Leipzig, concluyéndola en esta última ciudad en 1888. En Marzo escribió a su amigo Löhr: “¡Bueno! ¡Mi obra está lista! Probablemente, eres el único para el que nada de lo que haya hecho sea nuevo; ¡los demás se sorprenderán por algunas cosas! Se ha hecho tan enormemente poderosa - ¡Es como si fluyera de mí un torrente!”.

El estreno tuvo lugar el 20 de noviembre del siguiente año en Budapest, siendo anunciada como Poema Sinfónico en dos partes. La primera de ellas constaba de: 1.Introducción y Allegro comodo, 2. Andante y 3. Scherzo, y la segunda de 4. A la pompes fúnebres [sic], attaca, y 5. Molto appasionato [sic]. En una revisión posterior, realizada a principios de 1893, eliminó el Andante aunque lo volvió a restaurar unos meses después. En aquella ocasión articuló e intituló la obra con asociaciones programáticas: Sinfonía “Titán” en cinco movimientos (dos secciones) / Primera parte: De los días de juventud / 1) Primavera sin fin / 2) Blumine / 3) A toda vela. Segunda parte: Commedia humana / 4) Marcha fúnebre a la manera de Callot / 5) Dall´ Inferno al Paradiso. A pesar de lo ilustrativo de estas denominaciones, Mahler eliminó definitivamente el segundo movimiento tras la audición de Weimar en 1894 quedando su estructura final en cuatro tiempos y suprimió todos los subtítulos antes de la ejecución en Berlín de 1896.

La recepción de la sinfonía fue bastante fría; es más, incluso se escucharon algunos abucheos en el estreno. Las primeras críticas mostraban un rechazo desmedido hacia los elementos que, a posteriori, la han encumbrado como una de las favoritas del público. Particularmente fue contestada con “furibundo desprecio” la Marcha Fúnebre, sin duda, el movimiento más célebre, que llegó a conmover al mismísimo Mahler cuando dirigió la sinfonía en Nueva York, veinte años después de su estreno. A este respecto, el compositor escribió: “Para mí es una experiencia curiosa dirigir una de esas obras. Una sensación de doloroso ardor se cristaliza. ¡Qué extraño universo se refleja en esos sonidos y en esas figuras! ¡La Marcha Fúnebre y la tormenta que le sigue son una feroz requisitoria contra el Creador!”
La plétora de ideas que emana de la obra es evidente; el gran problema es ajustarla a una estructura musical predeterminada. Aunque cuando leemos Titán nos viene a la cabeza la fuerza sublime de las ancestrales figuras mitológicas, en realidad el título alude a la novela homónima del escritor romántico alemán Johann Paul Richter, más conocido como Jean Paul, escrita entre 1800-1803. En ella se narran las aventuras de un héroe tedesco, Albano, que regresa a su tierra natal tras coronar una hazaña de índole política, cultural, pedagógica utilizando como únicas armas su imaginación, su fuerza interior y la vida de la naturaleza. El romance se vuelve demoníaco al aparecer la figura del alter ego corrosivo y crítico del protagonista, Roquairol. De esta dialéctica algunos han extraído, según Quirino Principe, el trazo temático del Scherzo o del Finale. De Jean Paul existen otras reminiscencias, como el término Blumine (diminutivo de “blume”, flor) que aparecía en el primer tomo de la edición de la novela, aunque no se observa ninguna conexión clara con el contenido musical.
En cuanto a la expresión “A la manera de Callot” fue prestada de otro literato decimonónico por el que Mahler sentía una inconmensurable admiración, E.T.A. Hoffmann. Sus Piezas de fantasía a la manera de Callot son una colección de relatos y narraciones puestas en boca del maestro de capilla Kreisler, doble musical de Hoffmann, con el que Mahler fue comparado en más de una ocasión. Curiosamente, las Piezas fueron prologadas por Jean Paul. En dicho prólogo, se establece una comparación entre las historias de Hoffmann y las composiciones del grabador de Lorena de principios del XVII, autor de una ilustración sobre el cuento tradicional austriaco La procesión fúnebre del cazador, en unos términos que pueden ser aplicados a la Sinfonía nº1.
Pese a estas alusiones no hay que ver, en opinión de Silbermann, un recuerdo del mundo romántico del Sturm und Drang pues el compositor siempre “supo trazar el límite entre el culto a la fantasía del romanticismo y las experiencias racionales”, estando quizás más próximo al lenguaje del Jugend Stile finisecular. Las interpretaciones son numerosas y de diversa índole. Para la mayoría de los especialistas, la Primera de Mahler está plagada de tintes autobiográficos, de una experiencia personal desgarradora; en concreto, pudo estar latente la pasión que unía a Mahler con Madame von Weber (esposa del nieto del compositor alemán). Otros la han considerado, sin embargo, una sinfonía madura donde utiliza un conclusivo sistema de autocitación, tanto de su propia obra como del mundo, una suerte de autobiografía cultural, un romance simbólico cuyo verdadero héroe es la música (Walter), más que una confesión espiritual del propio Mahler.
La fuerza conceptual de la sinfonía se cristaliza en amplios medios orquestales: cuatro flautas (una de ellas piccolo), cuatro oboes (uno corno inglés), tres fagotes, siete trompas, cinco trompetas, cuatro trombones, tuba, timbales y percusión variada, arpa y cuerda. El primer movimiento, con la indicación “Lento. Arrastrándose. Como un sonido de la naturaleza”, se inicia con una misteriosa introducción que invoca las fuerzas de la naturaleza mediante el motivo de cuarta descendente. Mahler valora a la perfección los timbres al disponer una fanfarria en los clarinetes y no en los instrumentos de viento metal como cabría esperar. Con este guiño quizás quiso representar el gorjeo del cuco, aunque parece injusto hablar aquí de descripciones banales. Mientras, las cuerdas realizan un pedal larguísimo sobre una omnipresente dominante, dudando entre la tonalidad principal (Re Mayor) y su homónimo menor (Re menor), en un difuminado recuerdo a la Novena de Beethoven. El tempo se acelera poco a poco, hasta que finalmente aparece el tema en la tonalidad principal en los violonchelos que imprime un efecto seguro y eficaz, al estar tomado del segundo de los Lieder eines fahrenden Gessellen (Canciones de un compañero errante) titulado Paseaba esta mañana por el campo. Esta melodía trae reminiscencias de Las Estaciones de Haydn, obra que Mahler amaba. La elección no es, pues, arbitraria. El tema aumenta gradualmente de intensidad, hacia el infinito, para volver a caer en pianissimo, en un inaudito panorama circular. Posteriormente, las cuerdas caminan con motivos cromáticos que cesan para regresar a la “inanimada rigidez del principio”. El desarrollo central se convierte en una oscuridad sombría que se disipa con fanfarrias de trompetas que conducen a la triunfal reexposición, cerrándose el movimiento con el tema del lied interpretado por la orquesta completa. El deseo de totalidad es tal que, en palabras de Adorno, “la sonoridad conjunta desciende del cielo igual que una metálica corte de nubes fieras”.
Tal vez el Andante original que seguía al primer movimiento, Blumine (basado en el tema de la Serenata de Werner Der Trompeter von Sakkingen) no se ajustaba a las pretensiones del elevado registro de la obra. Escrito en Do Mayor con estructura tripartita (ABA) y pequeña orquesta, posee un carácter sencillo, sereno y apacible que anticipa el clima de la Decima. En cualquier caso, se desconoce la razón por la que Mahler lo suprimió, quedando finalmente como segundo tiempo un agradable Scherzo en La Mayor (“Intensamente agitado, pero no demasiado deprisa”) que recuerda a un laendler, danza popular austriaca en tres tiempos. Para la melodía principal utiliza una cita del lied Hans und Grethe, aunque la danza se vuelve torpe y ruidosa. La parte central del movimiento es, por el contrario, un vals meditativo de trompetas en Fa Mayor que avanza algunos elementos melódicos de la Tercera (sobre todo, la melodía del oboe casi al comienzo del Trío), al que sigue la repetición acortada del “laender”.
Y... ¿qué no se ha escrito sobre el tercer movimiento? “Canon espectral de lento discurrir con notas de cínico desprecio y risa estridente...” A raíz de una explicación programática de Mahler, la Marcha Fúnebre se ha denominado en ocasiones “El entierro del cazador”. El estímulo externo de la composición deriva de una imaginativa nota caricaturesca destinada a todos los niños austriacos, narrada en un antiguo libro de fábulas y representada por Callot: el cortejo fúnebre del alma del cazador muerto cuya sepultura acompañan los animales del bosque. ¡Qué gran paradoja! La muerte se introduce en el paisaje campestre y es anunciada por timbales amortiguados en un tempo “Solemne y contenido, sin arrastrarse”. La nota grotesca viene dada por dos elementos: la tímbrica inusual (clarinetes estridentes, oboes zumbantes, cuerdas col legno, percusión distorsionada) y la base melódica, que utiliza el popular canon Bruder Martín (Frère Jacques) pero cambiado de modo (re menor) y enriquecido con el burlón oboe, otorgándole connotaciones fantasmagóricas. Mahler se burla de la muerte al convertir una melodía tan entrañable para todos en una música tan fúnebre. Le sigue una bohemia melodía en Sol Mayor, última parte del lied Al borde del camino había un tilo, que constituye un verdadero remanso de paz. Tras esta, resuena nuevamente el canon, ahora en mi bemol menor, y culmina el movimiento un pasaje de música de “cabaret” protagonizada por la trompa. Atroz monstruo infantil...
Sin transición, el Finale. Con la indicación “Tempestuosamente agitado”, se opone a lo anterior por sus dimensiones y mensaje. Mahler pretendía pasar “del infierno” que reinaba en el anterior movimiento “al paraíso”, a la victoria última de la naturaleza, del optimismo y, en definitiva, de la tonalidad principal. Es, sin duda, una empresa difícil que consigue en tres etapas, la última de ellas con éxito. Comienza sobre una idea sombría en Fa menor que recuerda al episodio final del desarrollo del primer movimiento. Maderas y metales irrumpen de forma colérica con escalas cromáticas tras un pianissimo desvanecido. Le sigue una desconsolada melodía en Re bemol que “se agota y cae”, a la que posteriormente se oponen unas lejanas llamadas. De repente, tras este nuevo derrumbe, “como si hubiera caído del cielo, como si viniera de otro mundo” en palabras del propio Mahler, se alza el acorde de Re Mayor con excelsas fanfarrias. El movimiento entra en una dinámica cíclica con una mirada retrospectiva a la introducción de la obra (motivos de cuarta descendente) y al tema inicial, aunque en esta ocasión concluye con un final brillante de siete trompas en un triunfo sobre la vida. Este triunfo es también el de la música de Mahler que, para Adorno, adelanta con medios pasados lo que está por venir. La Primera ha sido comparada con una baraja de cartas que se mezclan continuamente, donde la novedad puede surgir en cualquier instante. Como conclusión, nada más elocuente que la frase de Walter, con quien iniciábamos nuestra andadura: “Así, lo que constituye el valor supremo de la obra de Mahler no es la novedad de su carácter a menudo tan sorprendente, osado e incluso excéntrico, sino que esa novedad se plasme en una música bella e inspirada que posee, a la vez, las cualidades imperecederas del Arte y una profunda humanidad. Esto le hace seguir siempre viva y garantiza su supervivencia”.
(http://www.orfeoed.com/grandeso/go73.asp)

He escogido las dos versiones grabadas por Jasha Horenstein:
La primera con la Orquesta Sinfónica de Viena en 1952 y la segunda con la Orquésta Sinfónica de Londres en 1969. ¡Que las disfruten!

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