Vuelvo a la música española y lo hago con una obra maestra: La suite Iberia de Isaac Albéniz.
Isaac Manuel Francisco Albéniz (Camprodón, Gerona, España), el 29 de mayo de 1860 - Cambo-les-Bains (Aquitania, Francia), 18 de mayo de 1909, fue un famoso compositor español.
A pesar de ser un célebre compositor de piano, Isaac Albéniz de ningún modo se limitó a la música para dicho instrumento. De hecho, dedicó más de una década de sus casi cuarenta y nueve años de dedicación a escribir temas para teatro (temas que recibieron recientemente una especial atención con el reestreno de su más exitoso trabajo operístico, Pepita Jiménez, e interpretaciones de conciertos y la grabación de Merlín, con Plácido Domingo), mientras que intermitentemente durante su carrera escribió canciones -más de dos docenas- así como varios temas orquestales y de cámara.
La suite Iberia, escrita por Isaac Albéniz, fue compuesta entre 1905 y 1909 (fecha de la muerte del compositor), y es quizás la más importante obra de la literatura pianística española, así como una de las cimas de la música para piano de todos los tiempos. De ella dijo Olivier Messiaen: “es la maravilla del piano, ocupa quizá el más alto puesto entre las más brillantes muestras del instrumento rey por excelencia”. No debe confundirse con la Suite española Op. 47, también de Albéniz.
Consta de cuatro cuadernos de tres piezas cada uno.
Cuaderno 1. Fue dado a conocer en la Sala Pleyel de París el 9 de mayo de 1906 por Blanche Selva, enversión simplificada. La misma pianista fue la encargada de estrenar el resto de la obra.
Evocación. Consta de cuatro partes que recuerdan vagamente la forma sonata: un primer tema en la bemol menor (con la indicación “alegreto expresivo”) seguido de un intermedio con ritmo de fandanguillo y un segundo tema en do bemol mayor. Continua con reapariciones del intermedio, y de los dos temas (el segundo en la bemol mayor). Termina con un recuerdo al fandanguillo en pianísimo.
El Puerto. Es la pieza más corta de la colección. Hace referencia al puerto de Cádiz (la tacita de plata). Comienza con una introducción que servirá como fórmula de acompañamiento de gran parte de la pieza. Le siguen el primer tema (con la indicación allegro commodo) y el segundo tema, en el que utiliza el mismo acompañamiento de la introducción pero con un matiz suave. El desarrollo viene indicado como "muy lángido" y en él podemos encontrar influencias claras de Debussy tanto en la sutileza armónica como en el empleo de la escala por tonos.
El Corpus en Sevilla. Es la pieza más larga del primer cuaderno y a la vez la que entraña una mayor complejidad técnica en su ejecución. Cabe destacar a este respecto la escritura en tres pentagramas de algunos pasajes de la obra y las numerosas indicaciones de matices, expresión y fraseo que el compositor dejó plasmadas. La pieza comienza con una representación pianística de unos redobles de tambor a los que le sigue el primer tema, la marcha, con la indicación "allegro giocoso". Le sigue un segundo tema, la saeta, con un aire más tranquilo. Después de una transición de carácter flamenco llegamos a un desarrollo muy rico contrapuntística y rítmicamente hablando. Concluye la pieza con un nuevo tema muy calmado en pianísimo.
Cuaderno 2. Las tres piezas que componen este cuaderno se estrenaron en San Juan de Luz el 11 de septiembre de 1907.
Rondeña. Saltarina pieza que alterna ritmos 6/8 y 3/4, propios de la petenera. La sección central, a modo de copla, pone el contraste por su brillantez.
Almería. Extraña pieza llena de contrastes, con tonos melancólicos y alegres en alternancia, pasajes de poética ensoñación frente a otros de opulencia sonora y ritmo marcado. El final de esta pieza es bellísimo.
Triana. Una de las más divulgadas piezas de Albéniz. Evoca el barrio sevillano a través de una seguiriya bulliciosa y colorista, dentro de una estilización poética que no cae en el folclore tópico. Hay en toda la pieza una elegancia de fraseo y un señorío de la mejor ley.
Cuaderno 3. Se dio a conocer en París, en casa de la princesa de Polignac, en 2 de enero de 1908.
El Albaicín. Pieza inspirada en este barrio granadino que mantiene un extraordinario juego rítmico. Éste se mantiene a lo largo de toda la página, con infinitas facetas. Parece un cante jondo melancólico, unas veces misterioso y otras apasionado. Una sección lírica y casi amorosa sirve de contraste. Un final arrebatador remata esta pieza magistral.
El Polo. Esta pieza nos lleva a un ámbito mucho más sosegado que la anterior. Pese a que <> es un cante jondo de tendencias trágicas, Albéniz da una visión desenfada y voluptuosa, sobre todo en su segunda parte, de ecos ravelianos.
Lavapiés. Pieza que evoca el popular barrio madrileño mediante un curioso ritmo de habanera en el que se entremezcla, en una ensoñación señorial y levemente melancólica, el tono castizo y chulesco propio del organillo.
Cuaderno 4. Se estrenó el 9 de febrero de 1909 en París, en la Sociedad Nacional de Música.
Málaga. Nos encontramos con ua extraordinaria dificultad rítmica que aumenta a medida que avanza la pieza. Se repiten reminiscencias de cante que se hacen mñas poderosas y que, tras un breve pasaje en piano, se rematan en dos contundentes acordes.
Jerez. Controlada en su apasionamiento, de la línea más cantabile -aúnque con pasajes rítmicos endiablados-, es esta pieza señorial y refinada.
Eritaña. Una de las páginas más deslumbrantes del pianismo español. Sobre unas sevillanas a moto perpetuo, se trazan imágenes que alcanzan un ritmo arrollador. Estamos ante una apoteosis de la danza. Hay color, alegría y una complejidad para el pianista verdaderamente terrible.
(de wikipedia)
He escogido dos estupendas interpretaciónes: La de Alicia de Larrocha y la de Esteban Sánchez:
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