Seguimos en el siglo XX y ahora con uno de sus compositores fundamentales: Bela Bartok.
Compositor húngaro, una de las figuras más originales y completas de la música del siglo XX. Nació el 25 de marzo de 1881 en Nagyszentmiklós, Hungría (ahora Sinnicolau, Rumania). Estudió en Presburgo (ahora Bratislava, Eslovaquia) y en Budapest, donde enseñó piano en la Real Academia de Música (1907-1934) y trabajó en la Academia de Ciencias (1934-1940). En 1940 Bartók emigró a Estados Unidos por razones políticas. Realizó investigaciones en la Universidad de Columbia (1940-1941) y enseñó música en la ciudad de Nueva York, donde vivió con serias dificultades económicas. Murió de leucemia el 26 de septiembre de 1945 en Nueva York.
Bartók reconoció su deuda musical con el compositor húngaro Franz Liszt así como con el francés Claude Debussy, y en su poema sinfónico Kossuth Sz 21 (1904) muestra influencias del compositor alemán Richard Strauss. Hacia 1905 Bartók se dio cuenta de que lo que se consideraba música popular húngara era en realidad música gitana reordenada según los criterios centroeuropeos. Con ayuda de su amigo, el compositor húngaro Zoltán Kodály, Bartók reunió y analizó de forma sistemática músicas pertenecientes al folclore de su país y de otros orígenes que recogió en una admirable obra de investigación. De esta colaboración surgieron 12 volúmenes que contienen 2700 partituras de origen magiar, 3500 magiar-rumanas y varios cientos de origen turco y del norte de África (también el archivo Bartók incluye registros sonoros).
Sólo de forma ocasional Bartók incluyó directamente melodías folclóricas en sus composiciones, sino que desarrolló un estilo personal dotado de una gran fuerza y energía, con entornos melódicos inusuales y ritmos asimétricos y a contratiempo, propios de la música folclórica de los Balcanes y de Hungría. Su música siempre tiene un núcleo tonal, aunque éste está establecido de una manera personal, bastante alejada de los modelos tradicionales. Gran parte de su música es cromática, (es decir, usa las notas contiguas a una dada), y a menudo muy contrapuntística, entretejiendo distintas líneas melódicas y sirviéndose de la disonancia. Le gustaba el uso de acordes por su sonoridad y era muy hábil para encontrar atmósferas y colores musicales, tanto en el piano como en la orquesta. Como gran pianista que fue, compuso varias piezas didácticas para el instrumento. Su obra Mikrokosmos Sz 107 (1935), formada por seis volúmenes, contiene 150 piezas para piano de dificultad progresiva y constituye un resumen de su evolución musical. Lo mismo ocurre con sus 6 cuartetos para cuerda, considerados entre los más importantes que se han compuesto desde los de Ludwig van Beethoven.
(De "El poder de la palabra")
Voy a presentar aquí una de sus obras más conocidas y celebradas: El concierto para orquesta.
Compuesto en agosto de 1942 en Estados Unidos, donde Bartok había emigrado, se estrenó triunfalmente el 1 de diciembre de 1944 en el Carnegie Hall de Nueva york con la Orquesta Sinfónica de Boston bajo la dirección de Serge Kussevitzky, que se lo había encargado. El título se debe a que varias veces un instrumento, o un grupo de ellos, domina al resto de la orquesta y se opone a ella, como ocurre en el concerto grosso del siglo XVII, sin renunciar a explotar todos los recursos de timbre de la orquesta moderna. La arquitectura general de la obra es "de arco", como le gusta al compositor. La elegía central (movimiento lento), va precedida y seguida de dos movimientos bastante cortos que tienen la función de scherzos, encuadrados a su vez por los movimientos extremos, más vastos y de tiempo rápido. Consta, pues, de cinco partes que se suceden en el orden: vivo-moderado-lento-moderado-vivo. Según el compositor, "una transición gradual de la austeridad del primer movimiento... hacia la afirmación vital del último".
Los títulos de estos movimientos son: 1. Introduzione 2. Giuoco delle coppie (juego de parejas) 3. Elegía 4. Intermezzo interotto (Intermedio interrumpido) 5. Finale
(De la Guía de la música sinfónica dirigida por R. Tranchefort)
He elegido dos versiones muy buenas: La de Fritz Reiner y la de Karel Ancerl.
Fritz Reiner Orquesta Sinfónica de Pittsburg 1946
Reiner era un director ultraobjetivo, analítico hasta lo imposible, detallista, estudioso a fondo de las partituras. El director, húngaro, fue alumno de Bartok. Versión precisa, analítica, cargada de tensión y misterio, oscura, acerada, con ecos de una nostalgia más deliberadamente universal que que magiar, sin duda con el idioma imprescindible pero matizado.
Karel Ancerl Orquesta Filarmónica Checa Supraphon 1965
Arrolladora interpretación, más reciamente húngara; precisa e intensa como la de Reiner, incluso jugando más a fondo los contrastes y la heterogeneidad de los diferentes elementos puestos en conflicto por Bartok.